En el noreste de Brasil, una región remota se convierte cada año en escenario de un espectáculo natural difícil de igualar. La fusión entre el viento constante, la arena blanca y la acumulación de agua de lluvia da forma a un paisaje efímero, cambiante y de una belleza inquietante. Este fenómeno, que desafía las nociones clásicas de desierto y oasis, solo puede ser observado durante un breve periodo del año.
Durante los meses posteriores a la temporada de lluvias, se produce una transformación inesperada: las depresiones entre dunas se llenan de agua, dando origen a miles de lagunas de tonos verdes y azules, contenidas gracias a la cercanía de la capa freática. El resultado es un territorio de contrastes, donde el desierto se convierte en un campo acuático y el viento esculpe nuevos relieves día tras día.
Este paisaje sorprendente, de más de 1.500 km², es parte de un parque nacional ubicado a unos 250 kilómetros de São Luís, capital del estado de Maranhão. Allí se encuentra Lençóis Maranhenses, el mayor campo de dunas de América del Sur y uno de los secretos naturales mejor guardados de Brasil.
Lençóis Maranhenses
Ceiencarelli
Dónde queda Lençóis Maranhenses
El Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses se sitúa al noreste de Brasil, dentro del estado de Maranhão. Su proximidad a la ciudad de São Luís lo convierte en una opción relativamente accesible para quienes buscan paisajes inusuales, sin alejarse demasiado de un centro urbano. El parque se extiende a lo largo del litoral, abarcando dunas, manglares, oasis y lagunas.
La región está atravesada por fuertes vientos y presenta una vegetación escasa, lo que refuerza la apariencia desértica. Sin embargo, no se trata de un desierto tradicional: aquí llueve entre enero y junio, lo que permite que el agua se acumule entre las dunas y forme lagunas que pueden alcanzar varios metros de profundidad. Este fenómeno solo puede ser observado en su máximo esplendor entre los meses de mayo y agosto, cuando el agua todavía no se ha evaporado por completo.
Uno de los factores que distingue a Lençóis Maranhenses es la movilidad constante del paisaje. Las dunas se desplazan hasta 10 centímetros por día, moldeadas por los vientos alisios. Esta inestabilidad convierte la orientación en un desafío: solo los habitantes locales saben cómo guiarse en este terreno en movimiento.
Lençóis Maranhenses
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Qué puedo hacer en Lençóis Maranhenses
Visitar el parque es una experiencia que puede adaptarse a distintos tipos de viajeros. Desde excursiones breves en vehículos autorizados hasta travesías de varios días a pie o a caballo, las opciones varían según el nivel de aventura deseado. Las áreas accesibles en vehículo permiten disfrutar de una jornada completa o de medio día, incluyendo caminatas entre dunas y baños en lagunas de agua dulce.
Sin embargo, la verdadera inmersión ocurre lejos de los caminos trazados. Quienes se adentran en el corazón del parque experimentan una conexión más íntima con el entorno. Las travesías más largas implican caminatas durante las horas de menor exposición solar, con pausas en oasis donde se encuentran cabañas rústicas para descansar, comer y recuperar energías. Las noches se comparten en casas de familias locales, bajo techos de paja y en hamacas que cuelgan como redes de descanso colectivo.
La convivencia con los pobladores de la zona transforma la travesía en algo más que un viaje turístico. Es una experiencia de encuentro con la naturaleza y con formas de vida que resisten al tiempo y al aislamiento. En ese marco, Lençóis Maranhenses no es solo un lugar que se visita, sino un territorio que deja huella emocional.
Lençóis Maranhenses
Eco Adventure Tour
Cómo llegar a Lençóis Maranhenses
El acceso principal al parque se realiza desde la ciudad de Barreirinhas, donde parten excursiones organizadas y transportes fluviales. Desde allí, una de las rutas más utilizadas para llegar al sector oriental del parque es el río Preguiça, que se cruza en lancha en un trayecto de aproximadamente una hora. A lo largo del viaje, el paisaje va cambiando: la vegetación se vuelve más salina y los colores del agua anuncian la cercanía al mar.
Uno de los puntos de entrada más destacados es el pequeño pueblo de Atins, conocido por su atmósfera relajada y su cercanía estratégica con el parque. Aunque existen otras localidades próximas, como Santo Amaro, Atins concentra buena parte del flujo turístico gracias a su accesibilidad y a la oferta de servicios. También es el epicentro de actividades como el kitesurf, especialmente entre los meses de julio y diciembre.