Con espíritu japonés: la historia del primer parque de diversiones que funcionó en Argentina

Durante años fue un emblema porteño. Su diseño y propuesta sorprendieron al público de la época.

A comienzos del siglo XX, la Ciudad de Buenos Aires albergó un espacio de entretenimiento que deslumbró a grandes y chicos con su propuesta innovadora y su estética exótica. Antes del mítico Ital Park, hubo otro parque que marcó un hito como el primero de su tipo en el territorio de nuestro país.

Inspirado en la cultura japonesa, combinaba atracciones visuales y mecánicas con jardines orientales, templos y lagos artificiales. Su impacto fue tal que logró convocar a más de 150.000 personas en tan solo una semana, compitiendo en fama con los parques más importantes del mundo en ese entonces.

Lejos de ser una simple feria, este parque se convirtió en una referencia de modernidad, sofisticación y diversión, con detalles arquitectónicos únicos y una inversión que reflejaba la ambición del proyecto.

Parque japonés

El primer parque de diversiones que funcionó en nuestro país

El pionero de los parques recreativos en Argentina fue el Parque Japonés, que comenzó a tomar forma en 1903, cuando la Municipalidad de Buenos Aires aprobó un ambicioso proyecto para crear un jardín de estilo oriental. La idea original, impulsada por Carlos Thays, preveía casas de té, un templo y amplios espacios verdes, aunque en un inicio no incluía juegos mecánicos.

La construcción estuvo a cargo del arquitecto Alfred Zucker, responsable de otras edificaciones emblemáticas de la ciudad, como el Hotel Plaza. Finalmente, el 4 de febrero de 1911, el parque abrió sus puertas en un predio de seis hectáreas ubicado en la intersección de las actuales avenidas del Libertador y Callao.

La inversión fue considerable, ya que involucró el desembolso de dos millones de pesos, una cifra muy alta para la época. Desde el comienzo, el parque se transformó en un fenómeno de popularidad, superando los 150.000 visitantes en su primera semana. Las atracciones mezclaron tradición japonesa y tecnología de entretenimiento, destacándose una gran réplica del Monte Fuji en el centro del predio.

Parque japonés

Esta imponente estructura de madera, recubierta para simular piedra, contenía un tren panorámico que recorría sus laderas a través de túneles, valles y precipicios. Dentro del Monte Fuji también había un estanque con grutas adornadas con estalactitas y estalagmitas, además de un restaurante con vistas privilegiadas.

El parque ofrecía también dos lagos artificiales conectados por una cascada. En el Gran Lago se podía navegar en canoas y góndolas mientras se apreciaban las Islas de las Geishas, que replicaban construcciones tradicionales del Japón. El Lago Menor, por su parte, presentaba ruinas del Taj Mahal y un tobogán acuático llamado Water Chute.

Luego de un incendio en 1912, el parque fue restaurado, pero su historia terminó abruptamente el 26 de diciembre de 1930, cuando otro incendio, iniciado en la montaña rusa, destruyó gran parte de sus instalaciones, incluyendo el emblemático Monte Fuji. De esta manera, desapareció un ícono de la diversión en Argentina que aún hoy sigue sorprendiendo por su escala y originalidad.

TEMAS RELACIONADOS
DEJA TU COMENTARIO: