El Obelisco de Buenos Aires es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y, con casi 70 metros de altura, una postal obligada para turistas y porteños. ¿Por qué está ubicado en ese lugar de la 9 de julio y cuándo fue inaugurado?
Fue polémico en sus inicios y hoy es el corazón de Buenos Aires: cumple un rol clave como ícono urbano, testigo de la historia y epicentro de la vida porteña.
El Obelisco de Buenos Aires es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y, con casi 70 metros de altura, una postal obligada para turistas y porteños. ¿Por qué está ubicado en ese lugar de la 9 de julio y cuándo fue inaugurado?
Este monumento, que fue muy resistido en sus comienzos, hoy es protagonista de celebraciones, manifestaciones y hasta intervenciones artísticas. Representa el centro emocional y geográfico de la ciudad: es allí donde late Buenos Aires en momentos clave, desde un festejo futbolero hasta una marcha social.
Su diseño fue obra del arquitecto Alberto Prebisch, uno de los exponentes del modernismo argentino. Aunque en su momento fue muy criticado por su estética “extranjera” y su rapidez de construcción —solo tardó 31 días—, con los años se convirtió en un símbolo identitario indiscutido de Buenos Aires. Además, su estructura moderna y su historia ligada a la primera vez que flameó la bandera argentina en la urbe de la furia, lo convirtieron en algo más que una obra arquitectónica: es un punto de encuentro, un faro urbano y un ícono que todos asocian con la identidad porteña. Un verdadero símbolo nacional con alma de barrio.
Fue inaugurado el 23 de mayo de 1936 con motivo del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires, y su emplazamiento en la intersección de la avenida 9 de Julio y Corrientes no es casual. Allí mismo, donde hoy se alza esta estructura de hormigón armado, se encontraba la Iglesia de San Nicolás de Bari. Según los registros históricos, fue en la torre de esa iglesia donde por primera vez flameó oficialmente la bandera argentina en la ciudad, el 23 de agosto de 1812, por orden de Manuel Belgrano. Esa marca simbólica convirtió al sitio en un lugar de gran valor patriótico.
Su ubicación en pleno centro porteño también responde a una necesidad urbanística: el Obelisco fue pensado como hito visual y punto de referencia en la modernización de la ciudad, que ya avanzaba con la apertura de la avenida 9 de Julio.
Hoy, casi 90 años después, el Obelisco no solo representa un monumento conmemorativo, sino un punto de encuentro, una marca de identidad cultural y un testigo silente de la historia argentina.