Mariana Espósito nació el 10 de octubre de 1991 en una familia sencilla del sur de la Ciudad de Buenos Aires. Desde chica sintió el llamado del arte: espontánea, histriónica, desfachatada. Su carrera empezó a los 10 años, cuando entró al mundo de Cris Morena.
Primero fue actriz. Luego, cantante teen. Ídola generacional. Pero el verdadero giro llegó cuando se animó a salir de ese molde. Con A Bailar y Soy, Lali se acercó a su esencia. No solo quería cantar: quería decir algo. Quería ser autora.
Después vino Brava, donde exploró el reggaetón pero con ADN pop. Libra, más experimental. Y LALI, el disco con el que se coronó: un álbum conceptual, queer, electrónico y jugado.
En sus letras, hay referencias a su crianza, al pop internacional, pero también a la argentinidad al palo. Con humor, ironía y libertad, Lali se consolidó como nuestra popstar nacional.
Llenó Vélez. Y no solo lo llenó: lo transformó en un show de nivel internacional. Un lugar donde se puede perrear, llorar, levantar la voz, o bailar a todo ritmo con “Comprame un brishito”.
Eso es el pop de Lali: inclusivo, moderno, y profundamente argentino. Pero ¿por qué es la popstar del momento? porque no espera que la industria la reconozca. Ella hace su camino.
Y porque con cada disco recuerda que el pop también puede ser un campo de batalla: entre beats y frases pegajosas, hay mensajes que trascienden. Lali no solo es una abanderada de los derechos LGTB+. También es la voz de muchos que no tienen voz y por eso fue blanco. "No sé quién es Lali. Yo escucho los Rolling Stones", dijo el presidente Javier Milei y ella respondió con Fanático en su campo de batalla: el arte
No vayas a atender cuando el demonio llama, su último disco, es un álbum conceptual de pop rock, con guiños musicales a referentes nacionales e internacionales, beats oscuros y letras que mezclan lo celestial con lo carnal.
Demuestra, otra vez, que el pop también puede tener alma. A sus 33 años, Lali marca un nuevo hito con dos Vélez a puro pop de barrio, nacional y de autor este 24 y 25 de mayo. No canta lo que le dicen. No hace lo que se espera. Y encima, hace hits.