Visitar Brasil no siempre significa ir a sus playas más famosas como Río de Janeiro, Florianópolis y Buzios. Este país cuenta con ciudades con rincones escondidos que conservan un espíritu colonial que le aporta una cuota pintoresca a los paseos que se realizan por la zona. Para quienes buscan un viaje distinto en 2025, hay destinos alejados del turismo tradicional que prometen experiencias auténticas.
Dos de estos destinos que se pueden recomendar por fuera del circuito masivo son Paraty y Ouro Preto, localidades que mezclan historia, arquitectura única y paisajes que parecen detenidos en el tiempo. Uno está junto al mar, entre montañas verdes, mientras que el otro se encuentra en las sierras del interior, rodeado de leyendas, oro y arte.
Ambos lugares representan lo mejor del Brasil menos conocido: calles empedradas, casas coloridas, naturaleza abundante y un ritmo pausado que invita a disfrutar sin apuro.
paraty Brasil
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Paraty
Paraty se ubica sobre la Costa Verde del estado de Río de Janeiro, a unos 250 kilómetros de la capital carioca. Es un enclave ideal para quienes desean desconectarse del ruido urbano y adentrarse en una atmósfera de tranquilidad y encanto colonial. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, este pueblo resguarda un centro histórico intacto donde los autos están prohibidos, y las mareas inundan ocasionalmente las calles adoquinadas, generando postales únicas.
La localidad es famosa por su arquitectura del siglo XVIII, con fachadas de colores vivos, balcones de hierro forjado y calles empedradas que parecen detenidas en el tiempo. A su valor arquitectónico se suma una riqueza natural muy llamativa: más de 50 playas vírgenes rodeadas de vegetación atlántica, muchas accesibles únicamente por mar. El mar cristalino, ideal para hacer snorkel, revela una fauna marina diversa entre corales y peces tropicales.
Llegar a Paraty es sencillo desde Río de Janeiro o San Pablo. En auto, el trayecto por la Ruta BR-101 ofrece vistas panorámicas de la costa. También se puede inclinar por un micro directo desde ambas ciudades, con un viaje de alrededor de cuatro horas desde Río. Incluso es posible contratar excursiones privadas o embarcarse desde puertos cercanos si se busca un acceso más exclusivo.
Ouro Preto
Ubicada en el estado de Minas Gerais, a dos horas de Belo Horizonte, Ouro Preto fue un epicentro de la fiebre del oro durante la época colonial y conserva el legado arquitectónico de aquella prosperidad. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1980, esta ciudad-museo es un testimonio vivo del barroco brasileño, con iglesias y construcciones que reflejan el esplendor artístico de los siglos pasados.
Entre sus principales atractivos se encuentra la Iglesia de São Francisco de Assis, considerada una de las más importantes del mundo lusófono, con esculturas del maestro Aleijadinho y frescos del pintor Ataíde. También destacan la Iglesia de Nossa Senhora do Pilar, que guarda kilos de oro en su ornamentación interior, y las minas coloniales que aún pueden visitarse. El trazado empedrado y la disposición en terrazas completan el paisaje urbano de una ciudad que parece sacada de una pintura.
Para llegar a Ouro Preto, lo más conveniente es volar hasta Belo Horizonte y desde ese lugar continuar en micro o auto por un trayecto de dos horas. Aunque también es posible viajar desde São Paulo o Río de Janeiro por tierra, estas rutas son más largas y pueden presentar complicaciones en temporada de lluvias.