Cada vez son más las personas que se animan a incursionar en la gastronomía y realizar platos más jugados en el hogar. En ese sentido, los ingredientes también juegan un papel importante y de la simpleza de la sal, pimienta y orégano, se pasa a implementar otras hierbas, esencias y sabores. En ese nuevo mundo es donde aparecen los vinos.
Elegir un buen vino e implementarlo correctamente en una comida es todo un desafío, porque su perfil aromático y gustativo es muy agradable en un sinfín de platos, pero también puede ser todo un desastre si no se combina adecuadamente.
Se habla generalmente de blancos y tintos en este caso, aunque también de vinos generosos como los de Jerez, o de otros fortificados como el Oporto. Los vinos están muy asociados a guisos, habitualmente de carne, pero también se pueden usar muchos y muy buenos vinos con otro tipo de productos, siguiendo siempre una máxima, que cuanto mejor es el vino mejor es la salsa. Para llegar a esto hay que tener en cuenta una serie de trucos.