La empresa familiar que reinventó los churros y se convirtió en uno de los grandes clásicos de Villa Gesell

Los tradicionales con dulce de leche, salados con roquefort, hummus y pasta de aceitunas, o sin TACC, llega a vender hasta 15.000 unidades por día.

Con la llegada del verano, la Costa Atlántica empezó a recibir a los turistas que llegan a las playas a disfrutar de las vacaciones. Y uno de los grandes clásicos de la gastronomía argentina, que no puede faltar a la tarde con unos mates o cuando se está sentado en la arena contemplando el mar, son los churros.

En Villa Gesell se encuentra uno de los baluartes: la churrería El Topo, una empresa familiar que supo armar su propia marca y que se convirtió en una de las grandes referencias de este producto. Con el inicio de la temporada, uno de sus dueños, Juan Navarro, contó cómo transcurrieron las temporadas anteriores y las expectativas para lo que viene.

“El año pasado fue un 20% abajo que la del 22/23. Pero las dos temporadas post pandemia fueron excelentes ya que la gente no salía del país y vinieron todos a la costa argentina. Podemos decir que la temporada anterior se asemejó mucho a la temporada 19/20, y que en 2020/21 fue muy mala por la pandemia”, resumió en diálogo con C5N.

Apuntando a lo que fue el último mes del 2024, Navarro explicó que teniendo en cuenta que diciembre es un mes de “escapadas”, “el clima no ayudó y suponemos que hubiéramos trabajado un poquito más”, aunque en el balance terminaron en el mismo nivel de ventas que el año pasado. “Con respecto a enero, recién empieza y no podemos hacer una proyección. Gente se ve bastante y no viene muy diferente a la temporada anterior”, adelantó.

Pese a que la marca posee varios locales muy concurridos en la ciudad de Buenos Aires, la temporada de verano se espera con ansiedad: “En el local de Gesell en un día podemos llegar a vender 10 mil churros. Y un muy buen día, 15 mil”.

En cuanto a los precios, la docena con dulce de leche en mostrador está $9.600, mientras que en la playa los canasteros los venden a $1.000 la unidad, $5.500 la media docena y 10 mil pesos la docena. “Las ventas son parejas dependiendo de los días: cuando hay sol se vende en la playa y los días feos vienen todos al mostrador y se arman largas filas”, describió.

Los churros salados y los sin gluten, dos propuestas con gran aceptación

La churrería que nació como una empresa familiar, y no tiene franquicias, también hace churros salados. Al principio solo lanzaron con relleno de roquefort, pero con el tiempo fueron incorporando de cheddar, leberwurst, jamón y queso, hummus, pasta de aceitunas, y en época de fiesta venden de vitel tone.

“Las ventas de los salados son más al mediodía o a partir de las 18 ya que la gente los consume a modo de picada. También los comen con cerveza o fernet. El que más sale de los salados es el de roquefort”, reconoció Navarro.

Otra de las propuestas que tuvo una gran aceptación son los churros sin TACC. “A través de las redes sociales, vimos hace 3 años que la gente nos solicitaba productos sin gluten”, recordó.

“Hicimos la prueba, salieron bien y empezamos a estudiar la mejor forma de venderlos. Determinamos que, para evitar la contaminación cruzada y que nuestros clientes estén seguros de lo que compran, debíamos tener locales exclusivos sin gluten”, detalló y de esa manera, “en 2022 abrimos nuestro primer local libre de gluten en Belgrano y hoy ya contamos con cuatro en el país”.

Churrería El Topo Sin Tacc en Pinamar
El local de la churrería El Topo Sin Tacc en Pinamar.

El local de la churrería El Topo Sin Tacc en Pinamar.

Hay dos locales que venden churros sin gluten en Capital Federal, uno en Pinamar y otro en Cariló. “Otra decisión importante que tomamos es que cobramos el mismo precio los churros tradicionales y los sin TACC. Sabemos que los celíacos están acostumbrados a pagar mucho más por esos productos y ese fue el motivo principal de nuestra decisión”, sostuvo y agregó: “La respuesta fue excelente porque muchos familiares de personas celíacas compran estos churros y ellos también los comen porque no hay diferencia”.

La historia familiar de El Topo

La empresa surgió en 1968, en Villa Gesell, fundada por el papá de Juan, Hugo Navarro y su padrino “Cacho” Elías. “Vinieron de Buenos Aires, donde habían teniendo una experiencia en churrería, pero no les fue muy bien y decidieron probar suerte en la costa porque no había ninguna fábrica de churros”, contó.

“Les fue muy bien, por suerte y al otro año abrieron en Necochea. Durante 40 años tuvimos esos dos únicos locales en todo el país”, reconoció y con la llegada de la segunda y tercera generación, y también con la viralizacion en las redes sociales, “comenzó la expansión de la empresa”, siempre con locales propios.

En la actualidad, tienen 22 locales, de los cuales 7 se ubican en la Ciudad de Buenos Aires y seis en el partido de Pinamar. “También tenemos en Mar Azul, Mar de las Pampas, Bariloche, Mar del Plata, otro más en Necochea, en la parte del centro, en Quequén y en Bahía Blanca”, enumeró. Y, claro está, el histórico local de Villa Gesell.

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La docena de churros con dulce de leche en Villa Gesell sale $9.600.

La docena de churros con dulce de leche en Villa Gesell sale $9.600.

Pero esto parece que recién comienza, porque los usuarios en las redes empezaron a reclamar una mayor expansión: “Nos piden en muchísimos lugares del país, como La Plata, Rosario, Córdoba e incluso fuera del país como en España, Alemania y Estados Unidos”.

Pensando en abrir nuevos locales en el resto de la Argentina, Navarro explicó que los planes toman su tiempo porque “al no tener franquicias depende de los miembros de la familia”.

“Para este año tenemos el proyecto de poder abrir en Tandil, casi confirmado. Veremos cómo transcurre la temporada y el año para tomar más decisiones”, señaló y aclaró que cuando termine la temporada “un 'roedor' de la tercera generación va a ocuparse de dónde será el lugar en que se abrirá el próximo local”.

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