Los sábados a la tardecita la tele encuentra un tiempo para homenajear artistas y grandes de todos los tiempos en una tele que no ofrece muchas posibilidades de verlos seguido. Y lo ve mucha gente.
1 - Porque en medio de una tele impune, un programa que apele al sentimiento siempre es bienvenido.
2 - Porque la palabra "homenaje" suele ser relacionada a alguien que ya no está, y aquí se le rinde culto a queridos artistas que están vivos y reciben un tributo de corazón.
3 - Rozín y Julieta Prandi son buenos anfitriones, le ponen calidez y llevan adelante un programa ameno que -lejos de ser minoritario o elitista- lidera la mayoría de su franja con excelente rating, sin levantar la voz, sin escándalos y sin mediáticos. 4 - Momentos diveridos, amables, anécdotas, tapes de los mejores monentos, la música y los invitados dan un toque que recuerda lo mejor de "siglo 20 Cambalache" y otros ciclos de corte parecido.
5 - Soledad Silveyra, Dady Brieva, por poner sólo ejemplos recientes, hicieron programas emotivos, con humor y testimonios imperdibles.
6 - En una tele vertiginosa, el programa se da el lujo de "escuchar" y dejar hablar, algo en desuso.
7 - Figuras como Luis Landriscina, a quien hace años no se veía en televisión, tuvieron su lugar en una tele que no da lugar.
8 - Como los reportajes de Fantino por la noche, el programa permite reportajes, otra palabra que se usa poco en la tele de hoy.
9 - Como en una casa, se agradece por venir y por estar a quienes nos han dado su talento, su arte, su carisma y su trayectoria.
10 - Y además es la clase de programas que junta a la familia frente a la pantalla, esa otra tele que también se hace, que como no genera quilombos no se repite, pero a la que hay que prestarle atención, sobre todo por el excelente rating que consigue.