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Con una combinación de tecnología de punta, planificación urbana audaz, riqueza cultural e historia milenaria, Chongqing se consolida como símbolo del desarrollo chino. Desde sus drones coreografiados hasta sus trenes que atraviesan edificios, la metrópoli deslumbra al mundo mientras preserva su identidad y mira hacia el futuro.
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Cientos de drones luminosos destellan en la noche de Chongqing y forman, sobre el río Yangtze, las más diversas figuras con una precisión asombrosa y al ritmo de una suave música orquestal. Transforman una flor en un avión, luego en un colorido mosaico de cubos y después se dispersan para reagruparse al instante y escribir en el aire “Welcome to Chongqing”. El telón de fondo son imponentes rascacielos que brillan con sus luces led, por delante de la silueta recortada de una cadena montañosa. El espectáculo visual, que combina arte con tecnología y dura 15 minutos, sorprende a los visitantes y enorgullece a los locales.
Esa es la carta de presentación de Chongqing, la ciudad que se puso a la cabeza de la modernización de China. Ubicada a unos 1.700 kilómetros al sur de Beijing, es uno de los cuatro municipios bajo jurisdicción central de la República Popular China y cuenta con una población de más de 33 millones de habitantes, de los cuales poco más de 8 millones viven en la zona urbana.
La ciudad se destaca por ser un polo de negocios, debido a su ubicación comercial estratégica. A través del río Yangste, Chongqing se conecta con Shanghái, el principal puerto de China, pero además la red ferroviaria la une hacia el oeste con Asia Central, Rusia y el resto de Europa, con Beijing hacia el norte y, en la dirección contraria, con los países del sudeste asiático.
Los números que exhibe Chongqing son impactantes: fabrica una de cada cuatro notebooks que se venden en todo el mundo. Empresas como IBM, Intel, LG, Samsung, Bosch, Quanta Computer y Hewlett Packard tienen imponentes plantas de producción en la región. En cuanto a la industria automotriz, uno de cada ocho autos que se fabrican en China se hacen aquí, mientras que con las motos la cifra es aún mayor y alcanza una de cada tres. En este rubro sobresale la planta futurista de Seres, ubicada en el parque industrial de Longxing New Town. Cuenta con tecnología de automatización de última generación, líneas de producción robotizadas y altos estándares de control de calidad. Está especializada en la fabricación de vehículos eléctricos e inteligentes, como los modelos Seres SF5 y Seres 5, dos autos que parecen sacados de una película de ciencia ficción. Otras marcas que tienen plantas en el municipio son Honda, Ford y Renault.
El Distrito Jiulongpo es probablemente el más importante de la ciudad. Allí se destacan la zona de Alta Tecnología de Chongqing y la sede principal del desarrollo de la Ciudad Científica del Oeste de China. Además, tiene una gran diversidad de industrias y cuenta con más de 408 plataformas de innovación a nivel municipal o superior.
El desarrollo de Chongqing no fue casual: se potenció luego de la llegada al poder de Xi Jinping en 2013. El mandatario fue quien tomó la decisión estratégica de convertir a la ciudad en un centro económico y financiero, de innovación tecnológica, como motor del crecimiento del país, siguiendo los lineamientos de lo que aquí llaman “socialismo con características chinas para una nueva era”.
“Chongqing es un sueño que se volvió realidad, es la ciudad que está a la cabeza del crecimiento de China”, aseguró el director general de Comercio de la región, Zhang Yongwu, durante un seminario al que asistió este cronista de C5N. En ese sentido, Lu Joanchao, ministro del Departamento de Enlace Internacional del Partido Comunista, coincidió en que Chongqing “es la ventana para la modernización de China”.
En su libro La nueva China, el autor italiano Simone Pieranni describió a Chongqing como "la ciudad más cyberpunk de todas, un mix entre una novela de William Gibson y Ciudad Gótica”. No exageró: el trazado urbano es extremadamente complejo. Sus calles y avenidas serpentean entre sus ríos —además del Yangtze está el Jialing— y sus desniveles. Las montañas que la rodean le dan contención natural a una ciudad que no resigna espacios verdes. De hecho, sus habitantes se jactan de que aparece un parque cada dos minutos de caminata.
Las autopistas se bifurcan en rulos interminables de hormigón, que se cruzan con calles que no parecen seguir una lógica determinada, e infinidad de puentes y túneles que conectan las distintas zonas de la metrópoli, en una especie de laberinto multidimensional. La circulación de vehículos, que hasta hace un par de años era una verdadera complicación, fluye bastante bien debido a un innovador sistema inteligente de control de tráfico que el Gobierno municipal implementó hace un par de años.
La ciudad desarrolló además la red ferroviaria urbana en zona montañosa más grande del mundo, con una extensión de 538 kilómetros. Este sistema conecta centros de transporte, atracciones turísticas, áreas comerciales y barrios residenciales. Entre los diversos modos de transporte, el sistema de monorriel straddle es especialmente popular entre los residentes. Opera sobre una sola vía, con vehículos que se desplazan sobre neumáticos de goma que abrazan una viga de concreto. Este diseño ofrece varios beneficios: menores costos de inversión, plazos de construcción más cortos, bajo nivel de ruido, mínima vibración y excelentes capacidades de giro y ascenso. En sus días de mayor afluencia, la Línea 2 transporta hasta 615.800 pasajeros, mientras que la Línea 3 alcanzó un máximo de poco más de un millón de pasajeros diarios. La estación Lizibia es todo un atractivo en sí mismo debido a que está adentro de un edificio al que ingresa la formación.
En la ciudad conviven grandes shoppings que albergan locales de las principales marcas del mundo, como Apple, Rolex, Nike y Tiffany & Co., hasta zonas comerciales con pequeños negocios que venden imitaciones o marcas propias a precios mucho más económicos. En cuanto a la gastronomía, si bien hay locales de cadenas estadounidenses como KFC o Starbucks, el verdadero sabor está en los puestos callejeros o pequeños bolichitos que ofrecen todo tipo de platos regionales, como el pollo picante, el pescado de Wanzhou o el hot pot, la olla gigante en la que se cocinan distintos tipos de alimentos como cerdo, pescado, hongos o intestino de pato, que es realmente muy popular en la región. Un lugar ideal para ir a comer esa especie de fondue china es el viejo refugio antibombas de la Segunda Guerra Mundial reconvertido en restaurante de 500 mesas que atrae tanto a locales como turistas.
El zoológico de Chongqing, abierto al público en enero de 1955, es otra gran atracción turística y una base nacional de educación científica. Sirve como un espacio importante para que los jóvenes y ciudadanos se conecten con la naturaleza y aprendan sobre ciencias biológicas. Su principal atractivo son los osos panda. De hecho, tiene más de 20, la mayor cantidad de pandas en exhibición de cualquier zoológico en China.
Todas las calles de la ciudad se ven realmente limpias a pesar del constante movimiento, con gente que viene y que va todo el tiempo. Es llamativo ver a grupos de personas que se juntan a jugar a las cartas en las veredas y, en los días soleados, muchas mujeres circulan con paraguas para protegerse de los rayos UV, mientras que otras, las de piel más blanca, optan por cubrirse toda la cara. Eso sí, hay que tener cuidado en las veredas porque las motos y bicicletas circulan sin pedir permiso.
Una de las cosas que más sorprenden a los turistas son los robots que aparecen en centros comerciales, restaurantes u hoteles. La mayoría de esos aparatos que circulan entre la gente se encargan principalmente de tareas de limpieza.
Jordan Lliao es oriundo de Chongqing, pero por trabajo vive desde hace un par de años en Beijing, la capital china. De visita en su ciudad natal reflexionó que “Chongqing es más habitable, tiene una gastronomía más deliciosa y un ritmo de vida más tranquilo. En Beijing las casas y departamentos son más caros y es difícil tener auto debido a las restricciones en la emisión de matrículas, por la cantidad de vehículos que hay en la ciudad”.
Para Jade Lu, periodista de la agencia de noticias Xinhua, “el enfoque sobre Chongqing reside en ser tanto cuna de la civilización del Yangtsé como laboratorio de la modernidad industrial en China. Son precisamente estos contrastes los que forjan su carácter dual como guardián de la memoria y arquitecto del mañana”.
Minzhucun es una comunidad ubicada en el distrito de Jiulongpo que ganó notoriedad por su singular resistencia a los procesos de urbanización acelerada. Es un remanente del pasado que preserva construcciones de bajo perfil, calles estrechas y un estilo de vida más tradicional. A pesar de las presiones del sector inmobiliario, sus residentes se organizaron en comunidad para preservar su estilo de vida.
La comunidad se organiza de manera semiformal. Combina estructuras tradicionales con cierta supervisión del gobierno local. Los vecinos crearon un comité que actúa como enlace entre los residentes y las autoridades, que se encarga de temas como el mantenimiento básico, la seguridad, la gestión de disputas locales y la organización de eventos comunitarios. Además, se ayudan entre sí en asuntos cotidianos, comparten recursos y se organizan colectivamente para resolver problemas comunes. Parte de la organización comunitaria también se basa en redes económicas locales: un comedor, áreas de esparcimiento, pequeños negocios, mercados callejeros y servicios internos que refuerzan la cohesión y la autonomía del vecindario.
Ubicado en un área histórica, el Museo de la Revolución Comunista China es otro de los grandes atractivos de la ciudad. El sitio alberga documentos, fotografías y objetos personales de líderes revolucionarios como Mao Zedong, Zhou Enlai y Ho Chi Minh. Chongqing fue la capital temporal de China durante la segunda guerra contra Japón, entre 1937 y 1945, y un centro clave de actividad comunista, por lo que el museo destaca el papel estratégico de la ciudad en la lucha revolucionaria.
El museo ofrece una visión educativa y patriótica del papel de la ciudad en la revolución que finalizó en 1949 y dio origen a la República Popular China, que puso fin a décadas de un conflicto interno.
A poco más de una hora en auto desde Chongqing se encuentra uno de los máximos atractivos turísticos de la región y, por qué no, de todo China. Las esculturas rupestres de Dazu, descubiertas en 1961, conforman un impresionante conjunto de más de 50.000 figuras talladas y 100.000 caracteres chinos inscritos en piedra, distribuidos en cinco montañas: Beishan, Baodingshan, Nanshan, Shizhuanshan y Shimenshan.
Realizadas entre los siglos IX y XII, estas obras se destacan por su notable nivel artístico, la riqueza de su simbolismo religioso -que fusiona elementos del budismo, el taoísmo y el confucianismo- y su excepcional estado de conservación, lo que las convierte en uno de los mayores tesoros culturales e históricos de China. En el siglo XII, durante la dinastía Song, un monje budista llamado Zhao Zhifeng comenzó a trabajar en las elaboradas esculturas y tallas del monte Baoding y le dedicó 70 años de su vida al proyecto.
La visita, que dura casi dos horas, comienza con la proyección de un filme en 4K en un domo de última generación. Luego, los turistas son llevados en unos carros eléctricos hasta el sitio histórico en una experiencia que se vuelve inolvidable.
Con todo, Chongqing es mucho más que una ciudad moderna: es un experimento vivo en el que confluyen la innovación tecnológica, el respeto por la memoria histórica, la planificación urbana de vanguardia y la vida comunitaria. Su capacidad para adaptarse sin perder identidad la convierte en un símbolo del nuevo camino que transita China, un país que busca liderar el siglo XXI sin olvidar las raíces que lo forjaron.