Al oeste de Córdoba, un paisaje de tierra rojiza, cielo despejado y vegetación silvestre se despliega entre montañas y ríos. Allí, el tiempo parece correr de otra manera. Las casas bajas, el canto de las aves y el crujido de los senderos de tierra marcan una rutina que poco tiene que ver con la velocidad urbana. El aire, más seco y claro, envuelve con ese aroma a monte y leña encendida.
El entorno está dominado por cerros que se alzan en todas direcciones, interrumpidos por espejos de agua que invitan a detenerse y contemplar. Entre las Sierras Grandes y las de Pocho y Guasapampa, surge un fenómeno poco habitual en la región: volcanes extinguidos que completan una postal inesperada. Silenciosos y desiguales, interrumpen el horizonte con su forma cónica, recordando que el suelo también tiene historia.
En ese contexto natural, aparece Salsacate, un pequeño pueblo que conserva su identidad sin artificios. Su río, nacido de la unión del Jaime y el Cachimayo, dibuja un recorrido de playas tranquilas, cascadas escondidas y remansos bajo la sombra de los árboles nativos. En sus márgenes, los días transcurren entre juegos de agua, charlas pausadas y sabores locales como el higo fresco, el quesillo y los pelones.
Dónde queda Salsacate
Salsacate se encuentra en el departamento Pocho, a aproximadamente 260 kilómetros de Córdoba capital. La ruta que conduce hasta allí atraviesa paisajes que cambian de forma y color a medida que se avanza. A los costados del camino comienzan a aparecer los volcanes apagados de la Pampa de Pocho, como el cerro Ciénaga, cuya silueta recortada en el cielo se distingue a varios kilómetros.
Este pueblo se ubica en una zona donde la naturaleza domina el paisaje, y la vida cotidiana conserva un aire de otra época. Las calles de tierra, la siesta sagrada y los saludos entre vecinos definen su ritmo. A diferencia de otros destinos más visitados, aquí la calma no es una promesa: es parte del lugar.
Qué puedo hacer en Salsacate
El entorno ofrece posibilidades para recorrer a pie distintos senderos, como el que conduce al Sagrado Corazón de Jesús, una escultura que vigila desde lo alto, o el que llega a la Casa del Gaucho, símbolo de una tradición aún viva. Las caminatas son parte del día a día, y cada trayecto está acompañado por vegetación nativa, silencio serrano y alguna que otra liebre cruzando el camino.
Entre los circuitos que requieren mayor exigencia, se encuentra el ascenso al cerro Ciénaga, uno de los volcanes inactivos más representativos de la zona. También es posible visitar las antiguas Minas de Cuchiyaco, construidas en el siglo XVIII, cuya arquitectura simple y austera se funde con la tierra.
A 13 kilómetros, la Laguna de Pocho reúne unas 25 hectáreas de agua salada, habitada por aves silvestres y rodeada de monte bajo. En la misma región, el Camino de los Túneles, construido entre la montaña, traza una ruta escénica que permite contemplar el paisaje desde otra perspectiva. Además de sus atractivos naturales, Salsacate ofrece actividades culturales durante todo el año: el Festival Provincial del Maíz, ferias de artesanos y peatonales con música en vivo completan una propuesta ligada a la identidad del lugar.
Cómo llegar a Salsacate
El viaje en auto desde Córdoba capital puede hacerse por la Ruta Provincial 34 o la Ruta Nacional 38, hasta empalmar con la Ruta Provincial 15, pasando por Taninga. El recorrido atraviesa paisajes serranos y zonas rurales poco transitadas. También existe la posibilidad de llegar en colectivo, a través del servicio de la empresa Grupo Sarmiento.
En cuanto al alojamiento, hay opciones que van desde hoteles modestos hasta cabañas, casas de alquiler y campings, todos gestionados de manera local. La gastronomía tiene un capítulo propio con la Ruta de los Sabores de Pocho, un circuito que conecta Salsacate con localidades cercanas como Las Palmas, Los Talares, Villa de Pocho y San Gerónimo. Allí, los sabores regionales como el chivito, las mermeladas caseras, los higos en almíbar y el pan de horno de barro conforman una experiencia que también cuenta el paisaje.