“Comíamos del mismo plato”. Genoveva retrata así el vínculo con su hermano mellizo, Daniel Antero Esquivel, Dani, que era el Evangelio en carne y hueso, un catequista, miembro de la Juventud Obrera Católica, impulsor del Equipo de Pastoral Paraguayo en Argentina (EPPA), quien emigró de Paraguay, en 1970, a la Argentina, por la desocupación en su país y por las persecuciones encabezada por el dictador Alfredo Stroessner. Tras siete años en el país fue secuestrado de su humilde casa en Villa Caraza, municipio de Lanús, por una brigada policial.
“Lo seguí”, recordó a C5N Genoveva Esquivel, a los 80 años, sentada en el patio de su casa, debajo de un gazebo color rojo, en Villa Fiorito. Daniel era un joven y trabajador electricista muy particular. Había llegado de Paraguay hasta Caraza con otros cuatro paraguayos miembros todos de la Juventud Obrera Católica, la famosa JOC. “Andaba a caballo, blanco, repartiendo juguetes o caramelos para los chicos en Reyes Mago”, agregó Genoveva para explicar la vida de su hermano, a quien le tocó sus huesos luego de 47 años de ausencia.
Fue el año pasado que, gracias a su nieta, Daniela Ríos, de 32 años, conectó con la gente que buscaba saber la verdad sobre él. “Gracias al Facebook y las redes conectamos con parientes en Paraguay, incluso acá en Argentina, y el Equipo de Antropólogos Forenses”, reveló Daniela mientras cebaba mate con yuyos junto a su abuela Genoveva, en el patio de la casa, donde se mudaron luego de las persecuciones militares que en su momento también sufrió Genoveva por buscar con coraje a su hermano desaparecido.
El año pasado, los antropólogos forenses encontraron restos humanos óseos en el cementerio de Lomas de Zamora. “Cuando vinieron no podían creer que Daniel tenía una hermana melliza”, agregó Daniela para detallar el proceso de extracción de sangre de su abuela Genoveva y probar la compatibilidad sanguínea con los restos de Daniel Esquivel.
“Me sacaron sangre acá en casa. Luego me dieron todos los resultados”, recordó Genoveva que tuvo nueve hijos en Argentina, y hoy a los 80 años vive rodeada de bisnietos de dos, cuatro, seis y más grande de edad, además de sus nietas, la más cercana Daniela.
“Cuando me dieron la noticia me entristecí, pero después vino la alegría. Porque lo reencontré a mi hermano. Cuando toqué sus huesos sentí que era él, me dio electricidad, como cuando arreglaba las cosas. El domingo lo vamos a enterrar con alegría, con música, guitarra, y el baile típico paraguayo de la botella”, anticipó Genoveva quien resalta el apoyo de los familiares del resto de los compañeros de su hermano de la JOC, entre ellos Alejandra Meza, hija de Paulino, “compañero de Daniel que también tiene que ser reivindicado, él ya murió, pero vinieron todos juntos de Paraguay y fundaron el EPPA”, aportó en la conversación-mateada Carmen Ríos, hija de Genoveva.
Este domingo 23 de marzo la máxima autoridad de la Iglesia católica en la diócesis, el obispo de Avellaneda-Lanús, Maximiliano Margni estará, a partir de las 10:30, en la parroquia Nuestra Señora de los Trabajadores, en la calle Oliden 4358, por el traslado de los restos de Dani Esquivel, luego el entierro de sus restos y misa.
“Ayudaba mucho a la gente, era solidario”, explicó Genoveva para quienes se preguntan por su hermano asesinado por la dictadura militar. Daniela, la nieta, heredó esa impronta ante la vida: “Lo llevo en la sangre. Nosotras hacemos olla acá, cocinamos con leña y pagamos la comida cuando podemos”.
La olla, en la casa con gallos, gallinas que ponen huevos color azul y varios perros ajenos, se pagaba con el reciclado del cartón. De hecho Daniela y su madre Carmen, también antes hasta Genoveva tiró del carro, integran el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
El papa Francisco, según Genoveva, conoció a su hermano: “En esa época iban juntos con él a visitar a la gente de Caraza. El Papa Francisco mandó saludos y Rosarios vía el Obispo Maxi”, confió Genoveva, que insiste en la presencia de este medio para el domingo en la parroquia de los trabajadores, que nació casilla, en los descampados de Caraza, entre humedales y basurales.