El sábado 16 de septiembre de 1997 el vuelo 087 de Avianca, proveniente de la ciudad de Bogotá, comandado por Jorge Montoya Builes, en un Boeing 767 y con 120 pasajeros estaba por aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. La Torre de Control a solo 5000 metros de la pista, le avisó a Montoya que el Aeródromo estaba cerrado por las condiciones meteorológicas. El piloto colombiano decidió esperar sobre el Ministro Pistarini hasta que “los mínimos” le permitieran descender y evitar ir a las alternativas de Córdoba o Rosario.
La situación meteorológica seguía igual con el pasar de los minutos; después de comunicarse con la Torre de Control de Córdoba, le informaron que la visibilidad era de 10 km. y se dirigió a esa provincia. Al llegar, la niebla estaba a 200 metros del techo y el ILS (sistema de aterrizaje por instrumentos) no funcionaba. Minutos antes un Boeing 757 de la empresa Mexicana de aviación, proveniente de Cancún que tampoco pudo aterrizar en Ezeiza, estuvo intentándolo en el aeropuerto cordobés. El piloto colombiano buscó dos veces la pista sin poder conseguirlo. Los mexicanos, en su tercer escape subieron el nivel permitido, y pasó a treinta metros del Avianca, por lo que se encendieron las alarmas anti colisión de las dos aeronaves.
En el segundo intento, le avisaron al Comandante de Avianca que el Aeropuerto estaba cerrado. “Estamos en emergencia por falta de combustible. Solicito instrucciones y toda la asistencia posible. Nuestra falta de combustible es crítica”, señaló Montoya a la torre cordobesa. En la comunicación le indicaron que se dirigiese a la alternativa, a lo que el piloto colombiano le respondió que esa era Córdoba. Los controladores lo destinaron a Rosario.
Marcelo Porchetto, un capitán de 27 años que vive con sus padres en Almagro, iba al mando de un Canadair Regional Jet, de Southern Winds con destino a Catamarca. Escuchó la comunicación, intervino y le dijo: “Atento Avianca está cerrado Rosario” y “Tenés Mendoza a 250 millas y La Rioja a 177 millas”. Desde la Torre de Control le autorizaron la alternativa hacia esa localidad y le indicaron 8 mil pies de altura. Porchetto se volvió a comunicar con la tripulación colombiana al escuchar las indicaciones:“Atento Avianca a los niveles mínimos de altura, para superar las sierras hay que volar a un mínimo de 14.000 pies”.
El Avianca con 120 pasajeros estaba a ciento veinte segundos de estrellarse contra las montañas. El comandante Montoya Builes, inmediatamente, solicitó la autorización de 20 mil pies a la Torre y, luego, siguió las indicaciones del piloto argentino que lo fue asistiendo para aterrizar en La Rioja. Allí había ILS y estaba funcionando. El último obstáculo era el peso de soporte de la pista, el cual era menor que esa aeronave; pero al tener combustible para solo 14 minutos más, pudo tocar tierra sin peligro con pasajeros y tripulación a salvo.
La Fuerza Aérea Argentina relevó tres días después al Jefe de la Región Aérea Noroeste y a siete oficiales, por el incidente que casi hace colisionar al Boeing 767 de Avianca y al 757 de Mexicana, producto de la información que brindaron las torres y las reiteradas fallas en los sistemas de aproximación. El presidente Carlos Menem, después de varios intentos fallidos, ordenó en diciembre, a través de un decreto de necesidad y urgencia, la privatización de 35 aeropuertos por las falencias en la infraestructura aeroportuaria.
“Se nos apareció la Virgen”, contó Montoya apenas regresó a Colombia, cuando escuchó la voz de Marcelo Porchetto indicándole cómo llegar a La Rioja. En agradecimiento, le envió las insignias de comandante de Avianca. La empresa le ofreció al piloto argentino un pasaje para ir a conocer ese país, cuando él quisiera. En Argentina la Honorable Cámara de la Nación le otorgó una mención por su responsabilidad y solidaridad con el Avianca 087. El sindicato de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) lo distinguió por “su labor altamente profesional y que sin ese accionar de Porchetto, el Boeing 767 no habría podido aterrizar”.
En su casa, en el Country Club del Aeródromo de General Rodríguez, hay dos cuadros, uno con un diploma de la Cámara de Diputados y otro enmarcado con un recorte periodístico: recuerdan este acontecimiento que lo marcó a fuego. Un hangar a la salida de la cocina tiene un Christen Eagle, un avión acrobático con el que se entrena todas las mañanas y con el cual participa en distintos festivales del país. Una remera gris oscura de la banda Iron Maiden y una bermuda verde militar componen su vestimenta. El pelo como si recién se despertara es su marca registrada.
¿Cómo terminó lo de Avianca?
En el momento que aterrizó Montoya, se me llenaron los ojos de lágrimas. En ese instante me acordé cuando empecé lavando aviones y trabajando en un Mc Donalds. Me tomaba cuatro transportes públicos y viajaba tres horas hasta el aeropuerto, solo a veces para hacer un cruce de tres minutos con el avión. Mi familia no era aeronáutica y eso hacía más difícil las cosas, pero es mi pasión volar, junto con la música.
Tuviste un litigio con la empresa colombiana
Me habían ofrecido dos pasajes para conocer Colombia, el día que la empresa me entregó las charreteras en homenaje por colaborar para el aterrizaje. Un día, Delfina, mi esposa, dijo “llamemos” y un par de meses después se desentendieron del tema y luego otra vez.
En el Código Aeronáutico Argentino hay un artículo que señala que si salvás de un siniestro a una aeronave te corresponde un porcentaje del mismo. Los abogados realizaron la demanda y con muchas dificultades, idas y vueltas y tiempo, pude ganarla.
El juicio sentó jurisprudencia en la aeronáutica argentina. La demanda fue titulada: “PORCHETTO, MARCELO PATRICIO c/ AEROVÍAS NACIONALES DE COLOMBIA S.A. Y OTROS COBRO DE s/ ASISTENCIA Y SALVAMENTO”. Porchetto reclamó en concepto de “auxilio y salvamento” un pago. La empresa Avianca lo rechazó ya que dijo que esa norma es para recompensar al explotador de la aeronave y no al comandante.
En el dictamen, los jueces consideraron que el accionar de Porchetto fundamental para evitar que el avión colombiano hubiera sufrido un accidente. El caso es estudiado en el ámbito legal aeronáutico, en los Centros de Instrucción de las escuelas y en la capacitación de las empresas de líneas aéreas.
En 1998 se postularon 500 pilotos para el ingreso a Aerolíneas Argentinas. Porchetto después de los exámenes quedó en el primer puesto e ingresaron solo 25. A los seis meses ya era instructor de sistemas de Boeing 737 en la empresa y en el 2005 ya volaba el Airbus 310, al tiempo que siguió dando instrucción en la línea de bandera.
La pandemia lo encontró a Porchetto trayendo para la empresa donde vuela aviación ejecutiva desde 2008, a la argentina un Gulftream 7X, es el único en el país. En junio estuvo haciendo el curso de la aeronave un mes en los Estados Unidos y luego viajó a Francia a buscarlo a la fábrica, y aterrizaron en agosto en San Fernando. También para despuntar su otra pasión, la música, tiene armada siempre su batería y algunas guitarras para zapar en cualquier momento con sus invitados.
Después de volar 17 mil horas arriba de más de doscientos aviones diferentes, comandar helicópteros, conocer más de 56 países volando, haber llevado tres presidentes argentinos, al Príncipe Carlos, Brad Pitt, Maradona y saltar en paracaídas, lo único que le interesa es estar en el aire. Dice que de haberse quedado en Aerolíneas o LAN se sentiría como en una cinta transportadora y él necesita la adrenalina para vivir, mientras se pone una remera blanca, abre la puerta de su hangar y prepara su avión para salir a ver el mundo al revés.