A la hora de elegir entre lavar los platos a mano o con lavavajillas, muchos piensan que se trata simplemente de una cuestión de comodidad o de tiempo. Pese a esto, detrás de cada método hay un método concreto que implica un consumo de agua, energía y la huella ecológica que se deja en el planeta.
Las investigaciones demuestran que el lavavajillas, cuando se usa correctamente, puede resultar más eficiente y sustentable que el lavado manual. Desde el agua caliente que se necesita hasta las emisiones de carbono que genera cada práctica, los resultados son claros en la mayoría de los casos.
Aun así, hay excepciones, ya que ciertas costumbres durante el lavado a mano pueden cambiar el resultado final y volverlo incluso más favorable desde el punto de vista ambiental. Lo que termina marcando la diferencia se enccuentra en el cómo y cuándo se realiza cada tarea.
Qué es mejor: lavar los platos con lavavajillas o a mano
Aunque ambos métodos pueden parecer equivalentes, el lavavajillas suele ser más eficiente en términos de agua y energía. Un estudio realizado por el Centro Internacional de Referencia para la Evaluación del Ciclo de Vida en Montreal indica que una familia de cuatro personas gasta entre 25 y 85 litros de agua caliente al día lavando a mano, mientras que un lavavajillas requiere entre 10 y 40 litros por la misma cantidad de vajilla. Además, este último optimiza el uso del agua caliente.
Desde el punto de vista de las emisiones, también presenta ventajas. Investigadores de la Universidad de Michigan calcularon que utilizar un lavavajillas una vez por semana durante una década libera aproximadamente 1,4 toneladas de dióxido de carbono equivalente, frente a las 3,5 toneladas que se generan al lavar a mano durante el mismo período. Además, aclaran que si lo que se usa para calentar el agua funciona con gas natural, la huella ambiental se incrementa notablemente en ambos casos.
Sin embargo, ciertos hábitos pueden mejorar la eficiencia del lavado manual. Por ejemplo, llenar un balde con agua caliente para enjabonar y otro con agua fría para enjuagar puede reducir hasta un 70 % el impacto ambiental. Estas prácticas, aunque poco extendidas, acercan el lavado manual a niveles de eficiencia competitivos frente al lavavajillas.
En cuanto al uso del lavavajillas, también existen recomendaciones para optimizarlo. Por ejemplo, no enjuagar los platos antes, usarlos solo cuando estén completamente cargados y evitar el ciclo de secado por calor. Además, se sugiere elegir modelos con certificación "Energy Star" y considerar el mercado de segunda mano para reducir la huella de fabricación.
Por último, es importante tener en cuenta la frecuencia de uso. Si se emplea menos de una vez por semana, el lavavajillas no justifica su compra en términos de impacto ecológico. Se estima que lo ideal es utilizarlo al menos cuatro veces por semana durante diez años para amortizar su fabricación desde el punto de vista ambiental.