Para el desayuno: qué hace mejor a la salud, comer algo dulce o salado

El primer alimento del día marca el ritmo de la jornada. Elegir bien los ingredientes es muy importante para mantener un buen estado físico.

Es común escuchar que la comida más importante del día es el desayuno. Este es suele verse como el puntapié inicial de la jornada, pero más allá de su importancia simbólica, lo que realmente pesa es la calidad de los alimentos que se consumen. Aunque en muchos países predomina la costumbre de ingerir productos azucarados, especialistas en nutrición advierten sobre las consecuencias que esto puede traer para la salud. Un desayuno equilibrado no solo ayuda a mantener estables los niveles de energía, sino que también influye en el control del peso y en la prevención de enfermedades metabólicas.

Mientras los desayunos salados bien planificados favorecen la saciedad y el rendimiento físico e intelectual, los dulces, especialmente si son ultraprocesados, pueden promover subidas bruscas de glucosa, generando un círculo vicioso de hambre y antojos. Según los expertos, adaptar el desayuno a las necesidades personales, sin caer en excesos de azúcares o grasas poco saludables, resulta esencial para cuidar la salud a largo plazo.

De esta manera, se sugiere construir una base nutricional sólida que acompañe todo el día. Saber qué tipo de desayuno es más conveniente marca una diferencia real en el bienestar diario y en la salud a futuro.

Desayuno

Qué es mejor para la salud: comer algo dulce o salado en el desayuno

Al analizar cuál es la mejor elección para la primera comida del día, los nutricionistas coinciden en preferir un desayuno salado equilibrado. Este aporta mayores beneficios que inclinarse por opciones dulces. La razón principal es que los desayunos salados suelen incluir alimentos ricos en proteínas de calidad, grasas saludables y fibra, que contribuyen a mantener estables los niveles de glucosa en sangre y a prolongar la sensación de saciedad.

Incorporar proteínas a primera hora ayuda a controlar el apetito durante toda la mañana, evitando ingestas excesivas entre comidas. Además, al no generar picos de azúcar, este tipo de desayuno contribuye a mantener la energía de manera más constante, favoreciendo el rendimiento físico y mental.

En cambio, los desayunos dulces, especialmente aquellos basados en cereales azucarados o galletas, suelen provocar subidas rápidas de glucosa que, al bajar, generan más hambre, cansancio y necesidad de consumir más azúcares a lo largo del día. De hecho, el consumo habitual de azúcar en el desayuno puede llevar a un incremento de peso de hasta 9 kilos al año, debido al mayor consumo calórico acumulado.

DESAYUNO AMERICANO

Entre las mejores opciones para un desayuno salado se encuentran las tostadas de pan integral con palta, queso fresco o salmón, otra opción puede ser crepes de avena con frutos secos o platos que combinan tortillas con vegetales. Además, es recomendable acompañarlos con bebidas sin azúcares añadidos como agua, té o café.

Si bien para quienes prefieren sabores dulces también hay alternativas más saludables, es importante priorizar productos naturales como frutas enteras, yogures fermentados sin azúcares añadidos y cereales integrales. Así se puede disfrutar de un desayuno dulce sin caer en los riesgos asociados a los productos ultraprocesados.

En definitiva, la calidad nutricional del desayuno, y no solo su sabor, debería ser el criterio principal al momento de elegir qué comer. Apostar por combinaciones equilibradas que incluyan proteínas, grasas saludables, fibra y micronutrientes garantiza un inicio de día más saludable y sostenible.

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