El Rosario en la marcha de las Madres

La experiencia del Jueves Santo: De los templos cerrados a la fe callejera. Un llamado del Papa y el cumpleaños 98 del gran confesor.

En el Jueves Santo ocurre la última cena. Desde ese día se instauró la Eucaristía. Cuando Jesús, que no era religioso, sí un nacido en la periferia (Galilea) hijo del carpintero, José, le enseña a sus amigos, otros trabajadores y periféricos como él, a repartir el pan, el vino, es decir distribuir los alimentos en gracia de Dios y fraternidad humana, y además les explicó a quienes querían ser los primeros que debían servir, ser el último, por eso el Maestro, el Hijo de Dios, realizó otro gesto revolucionario: lavar los pies, oficio en ese entonces de los esclavos domésticos.

Además, el Jueves Santo quedó instalado que es el día del cura, de los sacerdotes. La particularidad de este 17 de abril es que el Papa Francisco, aún convaleciente, llamó a Buenos Aires, vía uno de sus secretarios, para comunicarse con uno de sus más queridos amigos sacerdotes que no está pasando por un buen momento de salud. Le hizo un chiste y le soltó: “Te quiero como un hermano”.

Otro gesto extraordinario de este Jueves Santo, año del Jubileo, que coincidió con el cumpleaños 98 del cardenal Luis Dri. A las 5 de la madrugada se despertó para rezar en privado, luego en comunidad, en el camarín del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, que se ubica en el primer piso de la catedral de los pobres, en la esquina de avenida Sáenz esquina Esquiú. Dri, en sillas de ruedas, luego fue a la confesión, a recibir a todos aquellos que quieren recibir la misericordia del Padre y su potente bendición, que incluye que él le besa la mano a uno. El abuelo de la iglesia no afloja con su tarea tampoco a los 98.

Marcha Madres Jueves Santo

De Pompeya al centro

Del barrio de Pompeya, donde el Santuario es atractivo de cientos por su jardín y sobre todo el agua bendita, al que concurren pobres creyentes hasta usuarios de Instagram y TikTok, fui al microcentro porteño. Los turistas extranjeros rodaban los enormes y antiguos conventos. De Santo Domingo, en la esquina de avenida Belgrano y Defensa, famoso porque allí está el mausoleo de Manuel Belgrano. Como la restaurada Basílica de San Francisco de Asís, en Alsina y Defensa, primer territorio eclesial de Buenos Aires. Ambos emblemas de la ciudad colonial y centros de la fe católica estaban con sus puertas cerradas. Solo en los dominicos se salvó el mausoleo de Belgrano hasta donde se podía ingresar. Las razones de su encierro se deben a varios motivos: los preparativos de la noche y que dejar abierto sin presencia les roban y no existe presencia policial. También se los ve con falta de vocaciones y sin vínculo con la comunidad local laical que pueda instalar guardias para la apertura de estos históricos y hermosos templos.

Entonces, camino a Plaza de Mayo estaban los preparativos para la marcha, más conocida como las rondas alrededor de la pirámide, de cada jueves a las 15.30, de las Madres de Plaza de Mayo, instaladas desde la época de la última dictadura como expresión de búsqueda de los desaparecidos. Están divididas. La línea fundadora, referenciada en la fallecida Nora Cortiñas, se sitúa a un costado de la pirámide, más cerca de la entrada a la línea A de subte, sobre Hipólito Yrigoyen. Mientras que el otro grupo, más numeroso, de impronta peronista, donde lideraba Hebe de Bonafini, la llamada Asociación Madres de Plaza de Mayo. Allí hablaron, bajo el gazebo, dos Madres, una en silla de ruedas.

Pero antes surgió una conversación con tres jubilados: Sandra, Alberto y Hugo. Los tres creyentes. Sandra, gorrita azul con el pañuelo blanco de las Madres, en su pecho colgando de su cuello un bello Rosario con la imagen de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina; Alberto, de 82 años, un histórico de las Madres, ya sin dientes, muy flaco, quedando ciego del ojo derecho, mostró su Cruz y una medalla con la cara del Papa Francisco y Hugo que había perdido su Rosario consiguió que le regalaran uno, justo otras mujeres que venían a la marcha encontraron un Rosario con la imagen de San Expedito (hoy, sábado 19, es su día).

La fe callejera se expresó en Sandra: “Crecen los niveles de violencia, de pobreza, angustia y necesidad, y vemos con preocupación el plan económico para unos pocos ricos, porque esto termina en represión, muerte y mucha desocupación. Esto va a llevar a la manifestación violenta del pueblo porque no tiene otra salida. Por eso el pedido a la dirigencia que acompañe al pueblo, a los jubilados, en las calles, como hizo nuestro Señor Jesús, para que escuchen nuestras voces, por favor, es un pedido de una cristiana, que salgan los pastores a la calle, que sean la voz del pueblo, que refuercen, para interceder, estos son mis deseos de Pascuas. Así como el Señor entregó su vida y resucitó, que también resucite la paz, armonía, la esperanza en el pueblo. A los jubilados no les alcanza para comer. Lo más extremo es el alimento. Sobrevivencia. Hay bronca contenida. Cuando no esté más contenida se va a desatar una violencia extrema, violenta, donde el pueblo tuvo que salir y dejar su sangre para que cambie algo, pero la paz sin justicia e igual no es justicia”. Cerró la charla improvisada de tres creyentes católicos en la marcha de las Madres con Hugo, de boina, barbijo, y un estandarte con el pañuelo blanco: “A toda la comunidad religiosa: vengan acá a la plaza, porque realmente los necesitamos”.

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