Turismo de invierno 2025: Una industria en fuga... y en disputa

En el primer trimestre del año, el rubro “viajes y turismo” generó un déficit de más de 3.464 millones de dólares según el Banco Central.

La Argentina de Javier Milei enfrenta el invierno 2025 con una paradoja cada vez más visible: mientras miles de ciudadanos hacen las valijas rumbo al Caribe o Europa, la industria turística nacional se esfuerza por sobrevivir a base de descuentos, promociones y congelamientos de precios. Todo esto, en un país donde más del 50% de la población apenas llega a fin de mes.

El turismo como termómetro social y económico

En el primer trimestre del año, el rubro “viajes y turismo” generó un déficit de más de 3.464 millones de dólares según el Banco Central. Una cifra récord que supera ampliamente las previsiones del acuerdo con el FMI y que el propio presidente Milei no dudó en calificar como parte de la “fuga de dólares” que debilita la economía argentina. Mayo (último dato del INDEC Y BCRA) continúa aumentando el déficit.

Sin embargo, esa fuga no proviene de una élite privilegiada, sino —mayormente— de clases medias y medias-altas que aprovechan el ancla cambiaria ejecutada por la actual gestión económica para viajar al exterior. Un ejemplo de esto es que Argentina lidera este año la emisión de turistas hacia destinos del Caribe, con una ocupación estimada del 78% en los hoteles Hyatt de Cancún y República Dominicana. En mayo por cada turista que llegaba a Argentina salían más de dos argentinos a vacacionar fuera del país.

Interno deprimido, promociones a la desesperada

En contraposición, el turismo interno navega aguas frías. Bariloche, Ushuaia y Puerto Madryn ofrecen hasta 40% de descuento en paquetes y congelan tarifas para atraer visitantes. La respuesta es débil: la recesión, la caída del consumo y el desempleo están estrangulando la capacidad de gasto de millones de argentinos.

Mientras el Gobierno celebra el “fin de la distorsión de precios relativos”, el sector turístico local —que da trabajo a más de un millón de personas— opera con rentabilidad mínima (en el mejor de los casos) y sobrevive gracias al ingenio de sus actores. Lo que falta es política pública: promoción estratégica del consumo o planes de fomento han sido reemplazados por medidas eficaces para sostener la actividad en las economías regionales.

Tampoco se atacan los pilares del problema, presión tributaria, complejidad fiscal, dobles imposiciones. A esta falta de acción se le suma un aumento de los costos operacionales del sector en más del 450% desde el 2024 promedio en servicios y energía.

Dos Argentinas, un mismo avión

La postal es clara: en el mismo aeropuerto conviven dos países. Uno que embarca rumbo al Caribe, Miami o Madrid, y otro que apenas piensa en caminar de ida o de vuelta al trabajo por que no puede pagar el boleto de colectivo. Esta fractura no es solo simbólica: es estructural, social y profundamente política.

Detrás de las cifras y los gráficos macroeconómicos, se esconde un modelo que ha optado por liberar sin equilibrar, por desregular sin proteger. La Argentina que Milei promueve favorece a quienes tienen espalda económica para consumir globalmente, mientras deja a su industria local librada a las leyes del mercado más crudo y feroz, y con esa desprotección se lleva puesto miles de puestos de trabajo, empresa y vidas.

El riesgo de una industria sin brújula

El turismo no es un lujo. Es empleo, arraigo, identidad, valor agregado, desarrollo regional, es (como supo ser) el cuarto complejo exportador nacional. Pero ante todo es política de Estado. Tratarlo como un “problema de fuga” es desconocer su potencial como motor económico.

Argentina necesita una estrategia de turismo nacional, no sólo para corregir los desequilibrios externos, sino para restablecer una lógica más equitativa, más sostenible y más inteligente. Incentivar el turismo receptivo, segmentar beneficios internos, proteger la cadena de valor y construir destinos competitivos debería estar en la agenda, pero no lo está.

Por ahora, seguimos exportando dólares... y desprotegiendo regiones y olvidándonos de lo que supimos conseguir como sector.

Por Sergio Castro, miembro de la Fundación Encuentro y ex Director Nacional de Planificación y Desarrollo Turístico

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