Desde la Central de Entidades Empresarias Nacionales entendemos que el camino que estamos transitando nos lleva a la inmensa mayoría de la población de nuestro país a una situación de pobreza e indigencia nunca veces visto.
Solicitada de la Central de Entidades Empresarias Nacionales.
Desde la Central de Entidades Empresarias Nacionales entendemos que el camino que estamos transitando nos lleva a la inmensa mayoría de la población de nuestro país a una situación de pobreza e indigencia nunca veces visto.
Esto se demuestra con datos concretos: 330.000 cuentas sueldos cerradas en lo que va del año por el BCRA. El 80% de las empresas han reducido personal, ya sea por despidos, retiros voluntarios o acuerdos entre partes. El 68% de las empresas tienen caídas en las ventas entre el 20% hasta el 65%. El 48% de las fábricas está trabajando al 50% de su capacidad instalada. Hasta junio se registran 10.000 cierres de PYMES. Los datos son demasiado elocuentes y muestran como marchamos hacia un industricidio inédito.
Este panorama se ahonda en el segundo semestre que estamos transitando. La profundización de la especulación financiera, el aumento récord del endeudamiento público en solo siete meses de gobierno, y el juego ahora permitido del Banco Central de utilizar reservas en divisas en el mercado cambiario, llevan a la repetición de un camino de desastre muchas veces repetido en la historia argentina.
Las medidas de ajuste que propone profundizar el Gobierno, la llegada de Sturzenegger con un cumulo de leyes para desarticular el Estado conllevaría a una depresión productiva y social salvaje, mientras se asientan privilegios y la evasión/elusión impositiva para sectores minoritarios.
La falta de gestión en lo laboral, en lo productivo, en lo social, en el tema salud y hasta en lo educativo, muestran a las claras que el único objetivo es el ajuste por el ajuste mismo, pero detrás de esa medida no existe un programa que cierre, no acompaña un modelo de país abarcativo donde quepan todos los ciudadanos de “bien”.
La inflación de junio cerrara en el 5% o un poco más o un poco menos. ¿A quién le importa a esta altura?, cuando la gente tiene que dejar de comer carne vacuna, cuando el consumo de un producto esencial como la leche bajo un 20%, o cuando ni siquiera podemos acceder al pan nuestro de cada día por sus precios exorbitantes. Cierto es que el Sr. Presidente se puso metas de bajar la inflación y el resultado es que no lo está logrando, pero si solo ataca factores de la macroeconomía, de poner la deuda en manos del tesoro o del BCRA, el resultado no va a variar demasiado.
Luego de la inflación mensual inducida récord del 25,5% por la mega devaluación del peso del 118% de diciembre pasado, la suba de precios acumulada en la era Milei en los primeros seis meses de este año (enero-junio) ha sido del 79,8%. El alza de precios tiene múltiples factores que la impulsan. Entre ellos, los aumentos inescrupulosos de las tarifas de gas, luz, combustibles, etc. que decide el propio Gobierno y que carecen de todo análisis y justificación de costos de producción, de racionalidad frente a nuestra condición como país de productores privilegiados de energía.
La sociedad pagó con su esfuerzo el gasoducto Néstor Kirchner. También lo hizo para el sistema de compresión inaugurado la semana próxima pasada. Sin embargo, recibimos como contraprestación aumentos de hasta el 685%. Con la energía eléctrica pasa algo similar, hay una transferencia enorme de recursos desde cada familia hacia un grupúsculo de empresarios que terminan fugándola. No somos ni las pymes, ni lo son los trabajadores, los jubilados ni los marginados los responsables de este desastroso camino.
Los aumentos en insumos esenciales desarticulo toda la cadena de valor aguas abajo. ¿Cómo puede entenderse que un paquete de fideos aumente 450% en pocos meses? O que materias primas básicas las PYMES tengamos que pagarlas el doble o más del doble de su valor internacional. Esto es lo que lleva a que cada día funcionen menos empresas, caiga más el mercado interno y aumente la desigualdad como lo demuestra el índice Gini medido recientemente, pero basta con salir a la calle y abrir los ojos para darse cuenta que vamos mal.
No es por el lado de liquidar la producción y el trabajo por donde se sale de esta crisis. No es primarizando la economía que vamos a crecer, la demostración práctica es que hoy tenemos de la cosecha gruesa U$S 15.000 millones guardados en silos mientras la Republica está mendigando algún préstamo del exterior. Las empresas que están explotando nuestros recursos naturales en Vaca Muerta aumentaron su producción en un 40% y bajaron los costos de explotación en un 6%, ¿estos datos a quien benefician? Si toda la riqueza queda en manos de 10 empresas y nada se vuelca para la mejor calidad de vida de la sociedad, marchamos a una segura desarticulación nacional y social.
Como afirma nuestro secretario Raúl Hutin, no es exportando nuestros recursos a U$S 800 la tonelada e importando a U$S 1.600 la tonelada como vamos a salir. Es necesario industrializar. Es necesario impulsar el trabajo para los 47 millones de habitantes. Es necesario pensar en proyectos que retengan a nuestros jóvenes y no que sigan pensando que aquí no hay más oportunidades. Esto se logra con más Estado y no con uno cada vez más vaciado por el endeudamiento especulativa. Con una sociedad con máss controles públicos sobre las importaciones, las exportaciones y los movimientos de capitales. En síntesis, con un proyecto de país que enamore e impulsen desde los más pequeños hasta los adultos mayores.
Es por ahí que podemos asegurar que hay otro camino posible y este es máss amigable, mas empático, más a favor del pueblo y con seguridad con crecimiento y distribución máss justa.
* Esta nota expresa la posición de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN)